Excursión al Cabo de Gata.

Propuesta de Pepe Cano, de Casa Agua Marina.

Salimos de San José en dirección al pueblo de El Pozo de los Frailes. Al salir del pueblo continuamos recto por la carretera que indica Almería y Níjar y seguiremos la carretera hasta una glorieta con un barco de hierro que navega entre olas de cerámica. Allí giraremos a la izquierda, dirección Almería.

Pasamos una gasolinera Repsol, después el pueblo de Ruescas, y, por fin,  llegamos a una glorieta al lado de una gasolinera BP. En ella cogemos la dirección Cabo de Gata, a la izquierda, y ya estamos en una carretera que nos llevará hasta el Cabo.

Poco después de pasar el pueblo de Pujaire, encontraremos, a la izquierda, una caseta de madera que es el primer punto de observación de aves que hay en Las Salinas del Cabo de Gata. Las salinas discurren varios kilómetros hasta la pequeña población llamada La Fabriquilla. Hay varios puntos de observación a la orilla de las salinas y, obviamente, debemos escoger aquél que esté más próximo a la mayor reunión de aves (flamencos rosas y grullas, sobre todo), ya que éstas se mueven por toda la laguna. Indispensable llevar prismáticos (si los necesitas podemos dejártelos gratuitamente).

Un poco más adelante llegamos a la Barriada del Cabo de Gata (un barrio de Almería). Y, nada más pasar la glorieta que indica el centro de la barriada, a la derecha, llegaremos a uno de los sitios emblemáticos de la zona: el Torreón de San Miguel, una construcción defensiva del siglo XVII que el XIX fue ocupado por la Guardia Civil.

Al lado está El Chiribús, un chiringuito de playa donde se puede tapear y comer muy bien a precios medios/altos. Los espetos de sardinas están especialmente buenos. Otra opción para comer en la Barriada es el restaurante Mediterráneo, buen arroz y buen perscado frito (precios medios).

A partir de ahí tenemos casi tres kilómetros de playa rectilínea a la derecha y en frente Las Salinas. Un gustazo pasear por uno y otro sitio. El agua de la playa es cristalina, pero ¡ojo!, no es como las demás de la zona y allí cubre muy pronto.

Un  poco más adelante, antes de finalizar la laguna, encontraremos a la izquierda la iglesia de Las Salinas, muy cerca de La Almadraba de Monteleva.

En esa zona, desde nuestro punto de vista, está una de las mejores opciones para comer: Casa Agelita, un chiringuito muy ruidoso donde hacen muy buen pescado frito y la mejor paella del Parque. En verano abren todos los días y fuera de temporada sólo los fines de semana, pero siempre está lleno, por lo que se aconseja reservar con la mayor antelación posible y avisar si se quiere paella. Si habéis pedido arroz debéis estar muy puntuales, porque ponen el plato en la mesa justo a la hora que habéis quedado.

Seguimos camino y, al llegar al final, encontramos el Faro del Cabo de Gata, construido en la segunda mitad del siglo XIX. Al lado está el mirador del Arrecife de las Sirenas, uno de los lugares míticos del Parque. Se llama así porque, hasta mediados del siglo XX era un lugar de estancia de focas monje y los pescadores las llamaban “las sirenas”. Aunque es una lástima que la acción humana haya acabado también con esos animales, el paisaje de rocas saliendo del mar es sencillamente maravilloso e ideal para hacer buenas fotografías.

A partir del Faro hay una carretera en bastante mal estado que nos lleva a unas calas preciosas y muy solitarias: cala Rajá y cala Arena. Vayáis en coche o continuéis andando, el esfuerzo merece la pena. Son unas de las calas más bonitas del Parque. Si decidís seguir en coche, os recomendamos subir hasta la Vela Blanca: la carretera es impresionante y las vistas, maravillosas. Un sitio espectacular para contemplar la puesta de sol. Eso sí: no apto para aquellos que sufren de vértigo.